martes, 1 de julio de 2008

La fábula de la rana sorda.

Unas ranas se animaron a hacer una carrera, y ver quien llegaba primero a lo alto de una gran torre.

Había en el lugar una gran multitud de espectadores, mucha gente para apoyar y gritar por ellas.

Comenzó la competencia.

Pero como los espectadores no creían que las ranas pudieran llegar a la torre, lo que más se oía era: "Qué pena, no lo van a lograr, no van a poder."

De hecho, algunas ranas fueron desistiendo.

Unas pocas persistían y continuaban.

Pero la multitud gritaba: "Pero si no van a poder!, ¡no van a poder!"

Y las ranas iban renunciando una a una, menos una que seguía tranquila, cada vez más segura.

Ya al final de la competencia, sólo ella llegó.

La gente no entendía: ¿por qué esa rana porfió y llegó sola?

Se acercaron a la rana y le preguntaron cómo lo había conseguido, cómo logró hacer la prueba, pero la rana miraba a las personas y no respondía sus preguntas: era sorda.

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¿Cuál es la moraleja de esta historia?

Nuestras palabras y pensamientos tienen un poder inmenso.

Tienen el poder de la vida y de la muerte.

Una palabra de aliento a alguien que está pasando por un mal momento puede reanimarlo y ayudarlo a salir adelante.

Pero una palabra destructiva puede ser lo único que se necesita para matarlo.

Sé siempre positivo contigo mismo, y cuando alguien te diga que no podrás, que fallarás, que no serás capaz, sé sordo como la rana. No permitas que las personas negativas derrumben tus sueños y esperanzas.

Y también sé positivo con los demás. Alienta con tus palabras a todos los que cruzan tu camino.

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