lunes, 28 de septiembre de 2009

Más allá de la dieta.


EM., Deporte y salud, 28-09-09.
Por Mauricio Purto.


Comer puede ser una adicción. Para llenar un "vacío", la angustia existencial, o para obtener, más allá de la nutrición, una satisfacción, al punto de llegar a la obesidad.

En este escenario, una dieta con restricciones calóricas daría mucho más resultados si agregamos a ella una "dieta de ejercicios". Esta sinergia es quizás la mejor manera para combatir la obesidad y, de paso, mejorar nuestra calidad de vida. La receta incluye una alimentación frugal y deporte, con altas dosis de perseverancia, para construir voluntad, y enseñarnos que somos dueños de nosotros mismos.

La obesidad es un problema que se cierne con mayor incidencia sobre "países desarrollados", y va de la mano con el aumento de la ingesta de calorías (que se almacenan como grasa), coludida con una muy baja actividad física. El desbalance se produce, fundamentalmente, por el exceso de calorías tragadas, en lo que incide la cantidad y la calidad de los alimentos, facilitado por la presentación de éstos, muy procesados y densamente calóricos. También entra a tallar el exceso de apetito (bulimia), que generalmente se traduce en una forma de entretención, de pasar el tiempo o de aplacar la ansiedad.

Por otra parte, el bajo gasto de calorías también incide en este desbalance de calorías que sobran y que se almacenan como grasa. Este escuálido consumo puede tener dos causas. Una es un metabolismo basal bajo. Este metabolismo basal dice relación con nuestro consumo de calorías en reposo, por mantener nuestro calor corporal en 37 grados Celsius, por el latido del corazón, por el cerebro "prendido". Estas labores ocupan alrededor de 2.000 calorías, aunque dependen del peso corporal y de la constitución genética de cada uno.

Pero, generalmente, un bajo gasto de calorías se debe a una muy esporádica actividad física.

Quizás usted, que está con unos kilos de más, y con la consiguiente amenaza de una mala calidad de vida en los años maduros, ya ha intentado más de una "dieta". Sin embargo, le aconsejo añadir a su tiempo una disciplina de ejercicios. Por supuesto que los beneficios de la actividad física van más allá del control del peso y del mejoramiento del estado atlético. El ejercicio baja el riesgo de diabetes y de enfermedades cardiovasculares, como la hipertensión o el infarto del miocardio. Y la ansiedad. Además de consumir calorías, que no son muchas si se las compara con el déficit que se concreta con una dieta, el ejercicio modera el ánimo y, por ende, los síntomas de angustia, ansiedad o depresión. Además, la gente obesa puede mejorar su autocontrol, la confianza en sí misma y el bienestar, regulando de paso su apetito.

Dieta y ejercicios, coludidos como parte de una disciplina, pueden moldear cualquier cuerpo. Si podemos caminar 15 minutos o trotar a un ritmo aunque sea muy lento nos beneficiaremos, con énfasis en la perseverancia, la baja intensidad y la motivación de sentirnos arquitectos de nuestras propias vidas.


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