sábado, 5 de septiembre de 2009

Accesos, seguridad y reforestación, los temas prioritarios de los cerros isla del Gran Santiago.


Convertidos en parques, los municipios los asumen como vitales para sus vecinos.

Ejes turísticos, recreativos o educativos, cada vez son más concurridos, aun cuando el ingreso en varios de ellos es restringido o puede llegar a ser peligroso.

Por V. Zúñiga y R. Silva.

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Sólo para los días de las Fiestas Patrias, el cerro Parques de Renca recibe más de 15 mil visitantes. La masiva concurrencia durante septiembre representa todo un desafío para el municipio que administra este patrimonio natural -ubicado a 920 metros sobre el nivel del mar-. Más aún cuando las autoridades comunales están empeñadas en transformarlo "en el segundo Parque Metropolitano de Santiago".

"Hemos reforestado 200 hectáreas, de las cuales, 55 queremos destinarlas para plantar árboles nativos", explica la alcaldesa Vicky Barahona, quien describe el Paseo a la Cruz de la Evangelización hacia la cima como el punto de mayor atractivo del cerro, capaz de congregar a turistas, deportistas y público en general. Un sistema de vigilancia con guardias a caballo con sus respectivas caballerizas garantiza, según la autoridad, la seguridad de los visitantes.

No tan lejos está el Cerro Colorado, también en Renca, en el que el Control Aéreo de Santiago tiene su radar y sus instalaciones. Aunque es el Santuario Laurita Vicuña, que contempla 10 hectáreas también forestadas, el polo de atracción del público.

Protección y educación.

No menor, la presencia de personal encargado de la vigilancia se hace casi una obligación en los cerros isla del Gran Santiago. La falta de seguridad puede, a la larga, generar un abandono ciudadano y una "mala fama" que después cuesta mucho revertir.

El cerro Chena, en San Bernardo, ha debido potenciar las tareas de coordinación con la policía y con personal propio para dotar los espacios de cierta protección. "Como municipio colaboramos con subvenciones para la seguridad y así contar con guardias para proteger a la gente", explica la alcaldesa Nora Cuevas.

Cada año, la afluencia hacia el cerro aumenta, y el acceso masivo de niños, jóvenes y adultos para disfrutar de las áreas verdes, así como de la fortaleza Pucará y del paseo hacia la estatua monumental de la Santísima Virgen Inmaculada, justifican el esfuerzo.

Como también el de la reforestación: más de 400 estudiantes de 26 colegios, en julio pasado, plantaron 900 árboles en el desafío "Plantando el Bicentenario". Con quillayes, pinos, maitenes y eucaliptus pretenden convertir, en la próxima década, este parque metropolitano en el pulmón verde de la zona sur de Santiago.

Más al centro de Santiago, el Cerro Blanco (Recoleta) ha optado por representar un paseo educativo. Propiedad del Parque Metropolitano, el municipio utiliza sólo dos hectáreas en comodato. Un arboretum -jardín botánico compuesto primordialmente de árboles y otras plantas leñosas- sirve para educar y formar a los niños y adultos en las especies arbóreas. Por eso, es frecuente que el Cerro Blanco reciba alumnos de jardines infantiles y colegios que van a aprender todo el proceso de crecimiento de un árbol.

Recreación y deporte.

El Manquehue (Vitacura) es el cerro más grande del sector oriente. Con una altura de 1.638 metros, tiene una base ocupada por parte de los barrios residenciales de Santa María de Manquehue y Lo Curro.

Por sobre la cota de los mil metros -sobre el nivel del mar- se transforma en un área de preservación ecológica que decenas de aficionados al trekking (ascenso de cerros) aprovechan cada fin de semana.

Se puede acceder en automóvil, por el sector de Lo Curro, hasta una pequeña explanada donde hay lugar para estacionar una decena de vehículos. Desde allí, los deportistas ascienden por un sendero delimitado que comienza al cruzar una cerca de alambre, donde la única infraestructura destinada a los aficionados son dos carteles: uno que prohíbe el paso de vehículos y otro que pide mantener limpio el cerro.

Si bien es bastante concurrido los sábados y domingos, no cuenta con señalización a lo largo de los senderos y no tiene medidas de seguridad ni vigilancia. De hecho, se recomienda a los paseantes o deportistas no ascender en solitario.

El cerro Calán (Las Condes), de propiedad de la Universidad de Chile, es un terreno privado que se ocupa fundamentalmente como un observatorio. En los faldeos hay rejas y alambrados que impiden un acceso directo, además de contar con varias casetas de vigilancia municipal y privada. Aunque las barreras se pueden traspasar en ciertas zonas, no hay mucho que disfrutar porque el cerro tiene una finalidad eminentemente de investigación astronómica.

Menos vigilancia al oriente.

El cerro Alvarado, ubicado donde se conectan Vitacura, Las Condes y Lo Barnechea, está compuesto principalmente por terrenos de privados donde poco a poco surgen proyectos inmobiliarios, ya que se puede construir hasta los 900 metros de altura.

En la porción ubicada en esa última comuna hay 7.600 metros cuadrados que son de uso público, y que nacieron con la suma de las obras de mitigación de diversos condominios. En ese sector, al que se llega por el Camino Turístico, hay un breve sendero destinado a caminatas, pero no está forestado, y no tiene señalización ni vigilancia. En el municipio estudian la posibilidad de invertir para mejorarlo y transformarlo en un paseo ecológico.

El Cerro del Medio, llamado así por estar emplazado en medio de La Dehesa, es propiedad privada y pertenece a la congregación de los Legionarios de Cristo. Actualmente en su base está rodeado por condominios, y el resto de su superficie se mantiene agreste.

Ricos y famosos.

En cuanto a accesos, forestación y seguridad, claramente los dos cerros isla más importantes de la capital le han sacado una larga distancia al resto de sus iguales.

Aun cuando han debido afrontar el impacto de obras viales y de densificación, tanto el Santa Lucía como el San Cristóbal siguen siendo objeto de interés no sólo de turistas, sino que de la ciudadanía en general.

Dotados de una infraestructura superior, el primero de ellos ha ganado espacio también como un recinto de eventos de alta demanda (Castillo Hidalgo), mientras que el segundo, que ha debido afrontar construcciones de envergadura -nada menos que tres autopistas y un túnel-, se conserva como el parque más importante del país, según lo especifica el Ministerio de Vivienda en su evaluación.


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