martes, 9 de septiembre de 2008

Falta de sueño afecta la salud mental juvenil.

EM., VyS, 05-09-08.

Según el psiquiatra uruguayo Alexander Lyford Pike, "dormir temprano y ocho horas son las reglas de la biología. Si no las respeto, tarde o temprano me pasan la cuenta". "Los chicos se están acostando tarde, se quedan mirando televisión o chateando hasta pasadas las doce y media de la noche y la una de la madrugada, y con eso están hipotecando su salud".

Sacar el computador y la TV de la pieza es clave.

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El médico psiquiatra Alexander Lyford Pike lleva tiempo investigando los efectos que las acostadas de madrugada y las pocas horas de sueño están provocando en los adolescentes. De hecho, ése fue uno de los temas de las charlas que dio a padres de diversos colegios, invitado por la Fundación Mustakis.

Según el experto, al acostarse más allá de las once de la noche, los adolescentes le están quitando tiempo a la etapa del sueño más importante para que el cuerpo se recupere. "Al dormirnos a las 10 u 11 de la noche, pasamos rápidamente las dos primeras etapas del sueño, para llegar a la III y IV, en las que nos mantenemos hasta la una y media de la mañana". Este momento es muy importante, agrega el doctor, porque es cuando el cerebro sintetiza y recarga los neurotransmisores (serotonina, dopamina y noradrenalina), que controlan diversos estados mentales de la persona.

"Vemos que con este poco sueño, los chicos no están cargando todos sus neurotransmisores y van cayendo en abulia, cuadros depresivos, falta de energía, se duermen durante el día. Es decir, se va alterando el sistema límbico, y por eso empiezan a sentir falta de voluntad, desánimo, tristeza, irritabilidad, no manejan bien sus emociones ni la impulsividad y disminuye la concentración y la memoria, entre otras cosas".

Lyford asegura que el hecho de que los adolescentes puedan tener un desfase de sus horarios de sueño (como postulan estudios australianos) no cambia este panorama. "El ciclo sueño-vigilia está regulado por nuestro reloj biológico, y éste funciona según la luminosidad que capte nuestra retina". Por eso, mientras la luminosidad es alta, la glándula pineal forma melatonina (la hormona del sueño), y cuando la intensidad de la luz baja, la melatonina se libera a través de la sangre y aparecen las ganas de dormir.

Límites claros.

"Ahí, las pantallas de las computadoras influyen, porque engañan al reloj biológico y no se libera la hormona del sueño. Por eso no pueden dormirse".

Este psiquiatra, fundador y director del Instituto de Psiquiatría y Psicología de Montevideo, agrega que estas alteraciones del ánimo tarde o temprano derivan en una depresión, que se manifiesta, justamente, a través de impulsividad, irritabilidad, pérdida de concentración y abulia. "Y eso nos lleva al uso de estimulantes para sentirse mejor, y posteriormente de drogas".

Antes de que eso pase, mejor asegurarse de que los adolescentes se duerman a buena hora y el tiempo que necesitan para recuperarse. Pero ¿cómo se convence a un adolescente de que se acueste a más tardar a las once de la noche? "Los papás tienen que marcar límites y también dar el ejemplo. Comenzar una higiene de sueño que signifique ir bajando paulatinamente la actividad y luminosidad de la casa, además de sacar la TV y el computador de la habitación de los hijos".

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