PM, 20-11-09.
Por Marilyn Marchione, AP.
Quienes busquen remedios naturales para sus males se alegrarán al saber que hay uno que funciona muy bien. Se resume en tres palabras: “Le tengo fe”.
Se trata del efecto placebo, como se denomina a las píldoras o tratamientos que hacen sentir mejor a una persona simplemente porque esa persona cree que le van a hacer bien. Es la capacidad que tiene la mente de alterar los síntomas físicos, como dolor, ansiedad y fatiga.
Ese efecto se hizo evidente en un reciente estudio en torno a una nueva medicina para el lupus: un tercio de los pacientes dijo sentirse mejor después de tomar pastillas falsas.
El efecto placebo desempeña un papel muy importante en la medicina alternativa, que ofrece terapias y remedios a base de hierbas que no tienen un sustento científico, y que dependen más bien de la fe que pone el paciente que de propiedades curativas. A menudo los problemas que supuestamente resuelven, como el dolor, son subjetivos.
“Se supone que, al no ser algo verdadero, no tiene ningún valor medicinal”, comentó Robert Ader, un psicólogo de la Universidad de Rochester, estado de Nueva York, que ha estudiado este fenómeno.
Sin embargo, sí puede tener efectos reales y beneficiosos, agregó.
“Muchos de los resultados de ciertos procedimientos alternativos son básicamente consecuencia del efecto placebo, a menos que uno crea que hay gente con poderes mágicos, que acercan la mano a tu cuerpo y te cura una enfermedad”, declaró Ader. “Es posible que te hagan sentir mejor, especialmente si tú le tienes fe”.
El efecto placebo representa un tercio de los beneficios de cualquier tratamiento, incluidos aquellos en los que se emplean medicinas cuidadosamente estudiadas, señalan los científicos. En un informe de 1955 que marcó un hito, H.K. Beecher analizó numerosos estudios y llegó a la conclusión de que el 32% de los pacientes respondían al placebo.
Estudios posteriores comprobaron que las pastillas falsas pueden acelerar el pulso, la presión y la velocidad de reacción cuando se le dice a una persona que tomó un estimulante; lo contrario ocurre cuando se le dice que ingirió una medicina que le causaría mareos.
¨Cómo funciona esto? Los científicos no están muy seguros, pero hay varias posibilidades. Estudios del cerebro revelan que la convicción de que una pastilla va a surtir efecto puede causar cambios biológicos y afectar los niveles de los mensajeros químicos o de las hormonas del estrés que hacen sentir dolor o placer.
Las emociones también pueden producir cambios físicos. Si un niño tiene tos, por ejemplo, el llanto le encogerá los conductos de aire y le dificultará la respiración. Mucha gente cree que la inhalación de vapores fríos ayuda, pero se han hecho estudios que indican que no tiene efecto alguno, según Owen Hendley, pediatra de la Universidad de Virginia.
No obstante, hay gente que jura que sí funciona.
“El niño se sienta en la falda de la madre y la madre acerca el vaporizador al niño. El niño se calma y la madre también. La escena, y la sensación de la madre de que está ayudando, hace que todos se relajen” y el niño termina respirando mejor, explicó Hendley.
El doctor Thomas Schnitzer dice que los médicos tradicionales están conscientes del efecto placebo y a veces lo explotan. Un estudio reveló que muchos médicos admitieron darle de vez en cuando a sus pacientes píldoras de azúcar, drogas o vitaminas que no los ayudarán, en la esperanza de que se haga sentir el efecto placebo.
En Baltimore, el Centro Médico de la Universidad de Maryland (University of Maryland Medical Center) ofrece a algunos pacientes terapia de reiki, que se supone cura usando una energía invisible manipulada por una persona. El jefe de anestesiólogos del hospital Richard Dutton dice que se trata de una auto-hipnosis y lo compara con las clases en las que se le enseña a las mujeres a respirar para distraerlas y que no sientan tanto dolor durante el parto.
Dutton dijo que, llámase como se le llame, es importante “crear el estado mental indicado en la persona. Los mismos pacientes nos lo dicen. Eso es lo que queremos lograr al combatir dolores. Y si el 30% de los pacientes dicen que se sienten mejor con placebo, ¨por qué no se lo vamos a dar?”.
La publicidad y testimonios de personas que usaron un producto pueden estimular un efecto placebo. El aerosol Airborne es un ejemplo. Rich Cleland, abogado de la Comisión Federal de Comercio, dijo que al paciente le resulta “difícil, si no imposible, determinar si hizo algo por él”.
Agregó que puede estar funcionando el efecto placebo y que a la gente, por otra parte, no le gusta admitir que le tomaron el pelo.
También se dan casos como el del insomnio. Michael Perlis, psicólogo y científico de la Universidad de Pensilvania, dice que si uno duerme mal una noche, es previsible que a la noche siguiente duerma mejor. Si esa noche toma una pastilla, pensará que durmió mejor por ella, pero no hay forma de saber si es así o si simplemente fue consecuencia de la fatiga acumulada.
Por Marilyn Marchione, AP.
Quienes busquen remedios naturales para sus males se alegrarán al saber que hay uno que funciona muy bien. Se resume en tres palabras: “Le tengo fe”.
Se trata del efecto placebo, como se denomina a las píldoras o tratamientos que hacen sentir mejor a una persona simplemente porque esa persona cree que le van a hacer bien. Es la capacidad que tiene la mente de alterar los síntomas físicos, como dolor, ansiedad y fatiga.
Ese efecto se hizo evidente en un reciente estudio en torno a una nueva medicina para el lupus: un tercio de los pacientes dijo sentirse mejor después de tomar pastillas falsas.
El efecto placebo desempeña un papel muy importante en la medicina alternativa, que ofrece terapias y remedios a base de hierbas que no tienen un sustento científico, y que dependen más bien de la fe que pone el paciente que de propiedades curativas. A menudo los problemas que supuestamente resuelven, como el dolor, son subjetivos.
“Se supone que, al no ser algo verdadero, no tiene ningún valor medicinal”, comentó Robert Ader, un psicólogo de la Universidad de Rochester, estado de Nueva York, que ha estudiado este fenómeno.
Sin embargo, sí puede tener efectos reales y beneficiosos, agregó.
“Muchos de los resultados de ciertos procedimientos alternativos son básicamente consecuencia del efecto placebo, a menos que uno crea que hay gente con poderes mágicos, que acercan la mano a tu cuerpo y te cura una enfermedad”, declaró Ader. “Es posible que te hagan sentir mejor, especialmente si tú le tienes fe”.
El efecto placebo representa un tercio de los beneficios de cualquier tratamiento, incluidos aquellos en los que se emplean medicinas cuidadosamente estudiadas, señalan los científicos. En un informe de 1955 que marcó un hito, H.K. Beecher analizó numerosos estudios y llegó a la conclusión de que el 32% de los pacientes respondían al placebo.
Estudios posteriores comprobaron que las pastillas falsas pueden acelerar el pulso, la presión y la velocidad de reacción cuando se le dice a una persona que tomó un estimulante; lo contrario ocurre cuando se le dice que ingirió una medicina que le causaría mareos.
¨Cómo funciona esto? Los científicos no están muy seguros, pero hay varias posibilidades. Estudios del cerebro revelan que la convicción de que una pastilla va a surtir efecto puede causar cambios biológicos y afectar los niveles de los mensajeros químicos o de las hormonas del estrés que hacen sentir dolor o placer.
Las emociones también pueden producir cambios físicos. Si un niño tiene tos, por ejemplo, el llanto le encogerá los conductos de aire y le dificultará la respiración. Mucha gente cree que la inhalación de vapores fríos ayuda, pero se han hecho estudios que indican que no tiene efecto alguno, según Owen Hendley, pediatra de la Universidad de Virginia.
No obstante, hay gente que jura que sí funciona.
“El niño se sienta en la falda de la madre y la madre acerca el vaporizador al niño. El niño se calma y la madre también. La escena, y la sensación de la madre de que está ayudando, hace que todos se relajen” y el niño termina respirando mejor, explicó Hendley.
El doctor Thomas Schnitzer dice que los médicos tradicionales están conscientes del efecto placebo y a veces lo explotan. Un estudio reveló que muchos médicos admitieron darle de vez en cuando a sus pacientes píldoras de azúcar, drogas o vitaminas que no los ayudarán, en la esperanza de que se haga sentir el efecto placebo.
En Baltimore, el Centro Médico de la Universidad de Maryland (University of Maryland Medical Center) ofrece a algunos pacientes terapia de reiki, que se supone cura usando una energía invisible manipulada por una persona. El jefe de anestesiólogos del hospital Richard Dutton dice que se trata de una auto-hipnosis y lo compara con las clases en las que se le enseña a las mujeres a respirar para distraerlas y que no sientan tanto dolor durante el parto.
Dutton dijo que, llámase como se le llame, es importante “crear el estado mental indicado en la persona. Los mismos pacientes nos lo dicen. Eso es lo que queremos lograr al combatir dolores. Y si el 30% de los pacientes dicen que se sienten mejor con placebo, ¨por qué no se lo vamos a dar?”.
La publicidad y testimonios de personas que usaron un producto pueden estimular un efecto placebo. El aerosol Airborne es un ejemplo. Rich Cleland, abogado de la Comisión Federal de Comercio, dijo que al paciente le resulta “difícil, si no imposible, determinar si hizo algo por él”.
Agregó que puede estar funcionando el efecto placebo y que a la gente, por otra parte, no le gusta admitir que le tomaron el pelo.
También se dan casos como el del insomnio. Michael Perlis, psicólogo y científico de la Universidad de Pensilvania, dice que si uno duerme mal una noche, es previsible que a la noche siguiente duerma mejor. Si esa noche toma una pastilla, pensará que durmió mejor por ella, pero no hay forma de saber si es así o si simplemente fue consecuencia de la fatiga acumulada.
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