domingo, 22 de noviembre de 2009

Graham Charles, kayakista extremo: “El fin de semana, sal al cerro. No te quedes en casa”.


En RDD, EM., domingo 8 de noviembre de 2009.

Por Rodrigo Cea.

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¿Las montañas o el mar? Graham Charles tuvo que elegir entre dedicarse al remo del kayak o los bastones de escalada. Al final, lo que inclinó la balanza fue la posibilidad de conseguir publicidad: "Era más fácil salir en la revistas haciendo fotografías de alta calidad a bordo de un kayak, que con fotos de escaladas de roca. Y cuando sales en las revistas, claro, es más fácil conseguir dinero para tus expediciones. Fue sólo eso, porque, de verdad, la montaña había sido, y aún es, un aspecto muy importante en mi vida".

En esa época no tenía cómo saber que -con el tiempo- se convertiría en uno de los mejores kayakistas del mundo.

El gen outdoor de Charles hay que buscarlo en su infancia. Nacido junto a un lago, un par de ríos y las montañas de un pueblo pequeño en Nueva Zelandia, crecer con ese entorno fue vital para su vocación por la aventura y la vida al aire libre: "No hay otros países así, tan multidisciplinarios, con buenos montañistas y buenos navegantes. Es cierto que la geografía de Nueva Zelandia es muy parecida a la de Chile, pero aquí es más difícil el acceso, sobre todo si eres adolescente y vives en una ciudad como Santiago. Cuando yo tenía 16 años, a 25 minutos de casa tenía buenas rocas para escalar, montañas, ríos con rápidos apropiados para el kayak".

Y eso no es todo: "En la secundaria estás obligado a hacer, al menos un par de veces, salidas de una semana para cursos de orientación, montañismo, kayak. Y si te gusta el tema, puedes unirte a un club y salir cada fin de semana de excursión. La educación deportiva es muy importante para nuestra sociedad. Algunos la odian, es cierto, pero, al menos, la conocen. Y a muchos otros les gusta, y mucho".

Poco a poco, Charles comenzó a cosechar fama mundial como kayakista y por sus libros de fotografía, como The Frozen Coast y Unclaimed Coast.

"Hasta mi primera expedición a la Antártica, en 2001, nunca había hecho kayak de mar. Resultó ser otro mundo. Tuve que aprender a convivir con el viento, el gran enemigo del kayak en el océano: con 40 nudos en contra, sencillamente, no puedes hacer nada".

Charles ha enfrentado vientos, tormentas y temperaturas extremas en sus tres expediciones más importantes: Groenlandia, la península Antártica y South Georgia (territorio británico en el Atlántico sur):

"Las tres fueron muy diferentes. En Groenlandia el principal problema fue el sicológico, porque fue lo más aburrido de mi vida. 35 días sin ver nada más que planicies blancas, sin animales ni nada. Al segundo día ya quería que un helicóptero me sacara de ahí. South Georgia fue importante por la reputación que nos brindó, pues nadie había hecho ese viaje antes. El problema era que cada vez que tomaba una decisión era un riesgo, pues no había referencias. Hubo que apelar mucho a la intuición. Antártica fue lo más duro, aunque hubo buen clima: acampar sobre el hielo y navegar ahí siempre es difícil".

-¿Cuál es tu inspiración para este tipo de viajes?

Mi filosofía y la de mi equipo es que no debemos hacer todo fácil. Después de todo, estamos yendo, por ejemplo, a ver la vida salvaje de la Antártica, es una experiencia dura y no debe ser empañada por el confort para vivirla de un modo más real.

-¿Qué ventaja da el kayak?

Su mecánica, que es pequeño y maniobrable y, lo principal, que vas apenas separado del medio por una delgada lámina de kevlar. El barco, por ejemplo, te da otra perspectiva y otra velocidad. En el kayak viajas lento y ésa es una gran virtud, pues ves más. A nosotros no nos interesa la velocidad.

-Cómo fotógrafo, además, te da otro punto de vista.

Tiene ventajas y desventajas. Desde el kayak no tienes la perspectiva aérea que te da un buque, pero obtienes un punto de vista único, al nivel del agua, que hacer sentir como si estuviera ahí a quien ve las fotos.

-El agua o el riesgo: ¿Cuál es tu principal obsesión?

La verdad, yo no veo al riesgo como una obsesión o motivación. El problema es que me gustan los ambientes donde sí hay riesgos y esos sitios me obligan a dar lo mejor de mí. Y, claro, aunque es cierto que el agua me atrae, adoro el mar tanto como los cerros. Yo siempre quise ser montañista, el kayak vino después. Pero, como dije antes, en Nueva Zelanda era muy difícil hacer algo de fama escalando o subiendo cerros.

-¿Cuánto tardas en preparar una gran expedición?

Entre un año y un año medio, la mayor parte del tiempo, claro, buscando auspiciadores y dinero. El equipo, a estas alturas, no es gran problema, como sí lo es llegar a estos lugares tan remotos, donde no operan equipos de rescate ni nada parecido. El otro tema es el de los permisos gubernamentales, cerros de papeles que debes firmar, muchos del tipo "me hago responsable de mi vida y la de mis compañeros que deje atrás".

-¿Qué le aconsejas a alguien que piense en imitarte?

¡Ríndete! -bromea-. La verdad, mi único consejo es juntar tiempo en la montaña, en el mar, donde sea que te quieras especializar. Por eso, el fin de semana, sal al cerro. No te quedes en casa.

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