viernes, 1 de agosto de 2008

Investigadores desarrollan píldoras capaces de imitar el efecto del ejercicio en el cuerpo.

EN, VyS, viernes 01 de agosto de 2008.

Queman calorías y aumentan la resistencia. Además podrían ser usadas en terapias para la obesidad, la diabetes y enfermedades neurológicas. “Pero el ejercicio no se puede manejar sólo desde ese punto de vista, también hay un efecto a nivel cardiovascular, respiratorio y hasta anímico que no se logra con una pastilla"

Ante potenciales abusos ya se desarrolló un test para detectar su uso en atletas que participarán en Beijing.

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Obtener los beneficios de la actividad física sin tener que mover un solo músculo es el sueño de todos los admiradores del menor esfuerzo. Eso es lo que precisamente ofrecen dos drogas desarrolladas por investigadores estadounidenses y cuyos resultados en ratones fueron dados a conocer ayer en la versión en línea de la revista "Cell".

Las ratas sedentarias a las que se les administró durante cuatro semanas uno de estos compuestos, quemaron más calorías y tuvieron menos grasa que los ratones sin tratar. Y puestas a prueba en una rueda de ejercicio, corrieron 44% más lejos y 23% más tiempo que los ratones del grupo de control.

Esta droga, llamada AICAR, fue creada por el equipo del doctor Ronald Evans, del Instituto Salk y del Instituto Médico Howard Hughes, en La Jolla, California. Ellos también estudiaron un segundo compuesto que aumenta la resistencia.

En un estudio en ratones sometidos a ejercicios, el compuesto GW1516 hizo que su esfuerzo rindiera más en términos de resistencia: después de un mes de tomar el fármaco y de ejercitarse, estos ratones podían correr un 68% más tiempo y 70% más lejos que los ratones que se ejercitaban pero no recibían la droga.

Pese a que ya se habla de "la píldora del ejercicio" o "la pastilla deportiva", la investigación "fue diseñada para identificar drogas que imiten los efectos de la actividad física con el fin de aplicarlas en enfermedades que se ven beneficiadas con el ejercicio, como la obesidad, la diabetes, la distrofia muscular y otros desórdenes neurológicos", explica a "El Mercurio" el doctor Vihang Narkar, uno de los autores.

Pruebas antidoping.

Los investigadores precisan que no está claro qué ocurrirá con estos compuestos en los seres humanos, ya que aún faltan estudios en animales más grandes antes de experimentar en el hombre.

Pese a ello, Evans y su equipo están conscientes de que las drogas pueden resultar irresistibles para los atletas profesionales que quieren ganar por cualquier medio. En vista de ese riesgo, tomaron contacto con la Agencia Mundial Antidoping (WADA) y están desarrollando un análisis para detectar la ingestión de los compuestos, en vista a los Juegos Olímpicos de Beijing, que se inician la próxima semana.

"Mientras que nosotros esperamos lograr con el medicamento un sustancial éxito para la salud, conlleva al mismo tiempo el peligro de su abuso, algo de lo que debemos estar conscientes", dijo el doctor Evans.

Esos son precisamente algunos de los aspectos que preocupan a otros especialistas. "Estas drogas -de las que hay muchas en estudio- actúan imitando el efecto metabólico del ejercicio. Pero el ejercicio no se puede manejar sólo desde ese punto de vista, también hay un efecto a nivel cardiovascular, respiratorio y hasta anímico que no se logra con una pastilla", opina la doctora Ximena Muñoz, nutrióloga del Centro de Medicina, Ejercicio, Deporte y Salud (MEDS).

"Es una línea de investigación interesante, pero aún faltan muchos años para ver qué pasa en humanos, y si es seguro usarlo".

El doctor Narkar explica que hasta ahora no han visto ningún efecto secundario en los estudios en ratas.

Ambas píldoras funcionan activando el gen PPAR-delta, que se activa de manera natural tras realizar ejercicio y que, además de quemar las grasas, fortalece los músculos.

Ratones maratonistas.

En un estudio anterior, en 2004, el equipo de Evans creó ratones "maratonistas", capaces de correr cubriendo una distancia el doble de lo normal y que eran resistentes al incremento de peso a pesar de ser alimentados con una dieta rica en grasas.

El secreto estaba en el gen PPAR-delta: los roedores fueron modificados genéticamente de modo que el PPAR-delta funcione a ritmos más sostenidos que lo normal.

Es decir se indujo a sus cuerpos a sacar energía sobre todo de las grasas, quemándolas, más que de los azúcares y desarrollar fibras musculares resistentes a la fatiga que pueden permanecer más tiempo bajo el esfuerzo, explican los autores.

Estos estudios sugieren que se podría evitar ganar peso con una dieta alta en grasas, lo que podría resultar útil para el tratamiento de la obesidad, comentó Evans. "Pero tendría que tomarse durante largo tiempo, de modo que habría que garantizar la salud de quien lo tome".

RENDIMIENTO.

Las ratas que recibieron una de estas drogas corrieron 44% más lejos y 23% más tiempo que aquellas que no recibieron nada.

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