EM., VCyT, 17-12-09.
Según investigación de la Universidad de California, la misma parte del cerebro que procesa el dolor físico (corteza cingular anterior) también se encarga de procesar el dolor emocional que provoca una pena de amor o la pérdida de un ser querido.
Por Cristián González.
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Amor rima con dolor. Bien lo dicen las canciones y los poetas. Ya sea que se trate del rompimiento de una relación, la exclusión social o la muerte de un ser querido, ambas emociones suelen encontrarse. Y lo hacen en el cerebro: frente a una pérdida emocional se activan las mismas áreas cerebrales asociadas al dolor físico.
Así, sea agua hirviendo o una desilusión amorosa, al cerebro poco le importa y envía señales similares.
Esto explica, según los expertos, que el sufrimiento emocional duela físicamente y que de la misma forma como una lesión física puede causar un dolor crónico, mucha gente nunca se recupera de una herida emocional, como explica la psicóloga Naomi Eisenberger, de la Universidad de California, en Los Angeles (UCLA), y autora de la investigación que ha sido publicada en la revista Proceedings of the National Academy of Sciences.
La investigadora cree que el dolor físico y el dolor emocional están vinculados de esta forma porque las relaciones sociales son cruciales para nuestra supervivencia como especie.
Mensaje de advertencia.
Por un lado, el dolor físico es una advertencia de nuestro organismo para no hacer algo que nos dañe, como, por ejemplo, caminar con un tobillo o una pierna rota.
El dolor emocional, en tanto, también puede ser una advertencia, por ejemplo, para no volver a acercarnos a cierto tipo de hombre o de mujer que nos puede herir a nivel emocional.
"El sistema de uniones sociales está muy vinculado al sistema de dolor físico para asegurar que el ser humano permanece conectado de cerca a los otros", dice Eisenberger.
Utilizando exámenes de imagenología, la investigadora logró demostrar qué partes del cerebro se activan cuando sentimos dolor emocional.
Para eso, 122 personas fueron expuestas a un juego de computadora en el que deliberadamente se hace que los participantes se sientan excluidos. En forma simultánea, los voluntarios fueron sometidos a un escáner cerebral.
Así, pudo observar que el cerebro procesa de la misma forma el dolor que la persona siente al ser rechazada socialmente que el que siente con el dolor físico.
Este proceso se lleva a cabo en una zona cerebral llamada corteza cingular anterior. "Es en el área frontal del cerebro. Por estudios en animales o cirugías en humanos se ha visto que lesiones en esta zona hacen que las personas perciban menos el dolor físico", explica la doctora Gisela Kuester, neuróloga de Clínica Las Condes.
Allí radicaría entonces la causa de que alguien que sufre una pena de amor, por ejemplo, sienta un dolor en el estómago o en el corazón. "Hay circuitos neuronales comunes entre el dolor físico y el dolor social", dice Kuester.
Y de la misma forma como el dolor físico puede volverse crónico, también ocurre lo mismo con el dolor emocional.
Mary Frances O'Connor, investigadora de la UCLA, lo llama "pena compleja", y ocurre en alrededor del 10% de las personas que sufren la pérdida de un ser querido. "Estas personas experimentan mucha amargura y enojo, y no pueden adaptarse al dolor con el paso del tiempo, como muchas otras personas sí lo hacen".
Los investigadores sospechan que quienes no logran adaptarse al dolor emocional son quienes también experimentan los mayores niveles de dolor físico.
Analgésico natural.
El dolor físico se puede reducir sólo con mirar la foto del ser amado. Esto es lo que reveló un estudio también realizado por científicos de la Universidad de California en Los Ángeles, con 25 mujeres emparejadas hace al menos seis meses, y a las que se sometió a estímulos de calor moderadamente dolorosos en sus antebrazos.
El procedimiento se repitió en una serie de diferentes condiciones para la mujer: mientras sujetaban la mano de sus novios (sentados tras una cortina), la mano de un extraño (también situado tras una cortina), una pelota, mirando la imagen de sus parejas en la pantalla de un computador o viendo imágenes neutras (como de una silla), entre otras. A través de un escáner cerebral se veía la reacción, y así se comprobó que la sensación de dolor era menor cuando miraban la imagen de su pareja. Los investigadores creen que esto se debe a que las imágenes de los seres amados activan representaciones mentales placenteras, que tendrían un efecto paliativo para el dolor.
Según investigación de la Universidad de California, la misma parte del cerebro que procesa el dolor físico (corteza cingular anterior) también se encarga de procesar el dolor emocional que provoca una pena de amor o la pérdida de un ser querido.
Por Cristián González.
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Amor rima con dolor. Bien lo dicen las canciones y los poetas. Ya sea que se trate del rompimiento de una relación, la exclusión social o la muerte de un ser querido, ambas emociones suelen encontrarse. Y lo hacen en el cerebro: frente a una pérdida emocional se activan las mismas áreas cerebrales asociadas al dolor físico.
Así, sea agua hirviendo o una desilusión amorosa, al cerebro poco le importa y envía señales similares.
Esto explica, según los expertos, que el sufrimiento emocional duela físicamente y que de la misma forma como una lesión física puede causar un dolor crónico, mucha gente nunca se recupera de una herida emocional, como explica la psicóloga Naomi Eisenberger, de la Universidad de California, en Los Angeles (UCLA), y autora de la investigación que ha sido publicada en la revista Proceedings of the National Academy of Sciences.
La investigadora cree que el dolor físico y el dolor emocional están vinculados de esta forma porque las relaciones sociales son cruciales para nuestra supervivencia como especie.
Mensaje de advertencia.
Por un lado, el dolor físico es una advertencia de nuestro organismo para no hacer algo que nos dañe, como, por ejemplo, caminar con un tobillo o una pierna rota.
El dolor emocional, en tanto, también puede ser una advertencia, por ejemplo, para no volver a acercarnos a cierto tipo de hombre o de mujer que nos puede herir a nivel emocional.
"El sistema de uniones sociales está muy vinculado al sistema de dolor físico para asegurar que el ser humano permanece conectado de cerca a los otros", dice Eisenberger.
Utilizando exámenes de imagenología, la investigadora logró demostrar qué partes del cerebro se activan cuando sentimos dolor emocional.
Para eso, 122 personas fueron expuestas a un juego de computadora en el que deliberadamente se hace que los participantes se sientan excluidos. En forma simultánea, los voluntarios fueron sometidos a un escáner cerebral.
Así, pudo observar que el cerebro procesa de la misma forma el dolor que la persona siente al ser rechazada socialmente que el que siente con el dolor físico.
Este proceso se lleva a cabo en una zona cerebral llamada corteza cingular anterior. "Es en el área frontal del cerebro. Por estudios en animales o cirugías en humanos se ha visto que lesiones en esta zona hacen que las personas perciban menos el dolor físico", explica la doctora Gisela Kuester, neuróloga de Clínica Las Condes.
Allí radicaría entonces la causa de que alguien que sufre una pena de amor, por ejemplo, sienta un dolor en el estómago o en el corazón. "Hay circuitos neuronales comunes entre el dolor físico y el dolor social", dice Kuester.
Y de la misma forma como el dolor físico puede volverse crónico, también ocurre lo mismo con el dolor emocional.
Mary Frances O'Connor, investigadora de la UCLA, lo llama "pena compleja", y ocurre en alrededor del 10% de las personas que sufren la pérdida de un ser querido. "Estas personas experimentan mucha amargura y enojo, y no pueden adaptarse al dolor con el paso del tiempo, como muchas otras personas sí lo hacen".
Los investigadores sospechan que quienes no logran adaptarse al dolor emocional son quienes también experimentan los mayores niveles de dolor físico.
Analgésico natural.
El dolor físico se puede reducir sólo con mirar la foto del ser amado. Esto es lo que reveló un estudio también realizado por científicos de la Universidad de California en Los Ángeles, con 25 mujeres emparejadas hace al menos seis meses, y a las que se sometió a estímulos de calor moderadamente dolorosos en sus antebrazos.
El procedimiento se repitió en una serie de diferentes condiciones para la mujer: mientras sujetaban la mano de sus novios (sentados tras una cortina), la mano de un extraño (también situado tras una cortina), una pelota, mirando la imagen de sus parejas en la pantalla de un computador o viendo imágenes neutras (como de una silla), entre otras. A través de un escáner cerebral se veía la reacción, y así se comprobó que la sensación de dolor era menor cuando miraban la imagen de su pareja. Los investigadores creen que esto se debe a que las imágenes de los seres amados activan representaciones mentales placenteras, que tendrían un efecto paliativo para el dolor.
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