EM, VyS, 22-05-08.
Expertos entregan datos para escoger las mejores.
Contracturas musculares y tensión en el cuello pueden desaparecer si la cabeza tiene un buen apoyo al dormir.
Paula Leighton.
"Lo voy a conversar con mi almohada" es una frase que suele recordarnos la importancia del tiempo que pasamos con esta esponjosa compañera. Sin embargo, si despierta con dolor de cuello o si su almohada está casi plana o con el relleno apelotonado, ya es hora de dejar de conversar con ella y salir en busca de una que sí preste un buen apoyo.
"Lo que hace la almohada es permitir que, al estar acostado, la cabeza se mantenga en línea con el resto de la columna, de manera que el descanso requiera el menor esfuerzo posible", dice el doctor Marcos Ganga, traumatólogo del Equipo de Columna del Hospital Clínico de la U. de Chile. Si esto no ocurre, la persona arriesga despertar con contracturas en la musculatura de cabeza, cuello y hombros y eventualmente dificultad de movimiento, dice Paulina Hernández, ergónoma de la Mutual de Seguridad C.Ch.C.
"Esto ocurre debido al esfuerzo biomecánico de permanecer 6 o 7 horas con el cuello rotado o desviado para acomodarse a una almohada que no proporciona un apoyo adecuado", agrega la especialista.
Elección personal.
"La almohada perfecta es la que mejor se acomoda a cada persona", afirma Irene Heran, gerente general de Induvet. Esto, agrega, dependerá de la anatomía de cada cual, de su forma de dormir y de su preferencia por texturas blandas, medianas o más duras.
En lo que sí deben coincidir todos, dice Paulina Hernández, "es en que la almohada sostenga el peso de la cabeza adaptándose a ella sin deformarse demasiado y ajustándose al espacio del cuello" (ver infografía).
Por eso no es bueno dormir sin almohada o usar una muy baja, "pues a la larga se va generando una inclinación del cuello que puede generar dolor a nivel del trapecio, que es el músculo que suele contracturarse cuando estamos estresados", dice Rodrigo Pinto, kinesiólogo ergónomo del Hospital del Trabajador de Santiago.
Al contrario, dormir con una almohada demasiado alta puede provocar una hiperflexión del cuello que afecta a la zona cervical. En el caso de los roncadores, ambos extremos pueden dificultar aun más la entrada del aire a las vías respiratorias, acentuando los ronquidos.
"Lo adecuado es que, al mirar a la persona horizontalmente, su cabeza y cuello tengan una posición como la que se adopta al estar de pie", señala el doctor Ganga.
Por eso, la mejor postura para dormir es en posición fetal. Si lo hace boca arriba, Rodrigo Pinto sugiere "poner un cojín bajo las rodillas para liberar de carga la zona lumbar, sobre todo si se sufre de lumbago". Quienes de duermen de lado pueden conseguir este mismo efecto poniendo una almohada entre las piernas.
Dormir boca abajo no es aconsejable, pues la columna adopta curvaturas inadecuadas.
Plumas y fibras.
Actualmente, en el mercado hay almohadas de una amplia variedad de rellenos y materiales. Las más comunes, sin embargo, son las de pluma y las de fibra sintética.
En las primeras "la consistencia va a depender de la contextura de la pluma. Su ventaja es que son suaves y dúctiles, por lo que se acomodan fácilmente a la cabeza y cuello. Para mantener su limpieza y evitar la humedad hay que ventilarlas y protegerlas con una funda de algodón sobre la cual va la del juego de cama", aconseja Heran.
Las de fibra sintética, cuando son de buena calidad, proporcionan un buen soporte y son cómodas. Pero con el tiempo la fibra comienza a aplastarse debido al calor del cuerpo, por lo que hay que estar atentos para cambiarlas cuando pierden su capacidad de soporte.
De aparición más reciente son las almohadas viscoelásticas, que tienen la propiedad de amoldarse a la cabeza y cuello ofreciendo un soporte en todos los puntos necesarios. Éstas se fabrican con la forma clásica o con un realce curvo para dar un buen apoyo a la zona cervical.
"Además de adaptarse al cuerpo, el material viscoelástico es sensible a la temperatura del cuerpo y debe permitir la circulación del aire en su interior, todo lo que favorece un descanso reparador", dice Beatriz Pertuiset, de Tempur Chile.
Para elegir bien entre dos almohadas de este tipo, Pertuiset sugiere enrollar ambas y soltarlas. La que tarda más en volver a su forma normal es de mejor calidad, afirma.
Si va a comprar una nueva almohada, lo ideal es que trate de probarla recostándose y apoyando la cabeza. Si elige bien, no sólo tendrá amenas conversaciones con ella, sino despertares mucho más descansados.
Inversión: $6.000 o más puede costar una almohada de pluma de ganso. Las viscoelásticas valen entre $ 25.000 y $78.000.
Expertos entregan datos para escoger las mejores.
Contracturas musculares y tensión en el cuello pueden desaparecer si la cabeza tiene un buen apoyo al dormir.
Paula Leighton.
"Lo voy a conversar con mi almohada" es una frase que suele recordarnos la importancia del tiempo que pasamos con esta esponjosa compañera. Sin embargo, si despierta con dolor de cuello o si su almohada está casi plana o con el relleno apelotonado, ya es hora de dejar de conversar con ella y salir en busca de una que sí preste un buen apoyo.
"Lo que hace la almohada es permitir que, al estar acostado, la cabeza se mantenga en línea con el resto de la columna, de manera que el descanso requiera el menor esfuerzo posible", dice el doctor Marcos Ganga, traumatólogo del Equipo de Columna del Hospital Clínico de la U. de Chile. Si esto no ocurre, la persona arriesga despertar con contracturas en la musculatura de cabeza, cuello y hombros y eventualmente dificultad de movimiento, dice Paulina Hernández, ergónoma de la Mutual de Seguridad C.Ch.C.
"Esto ocurre debido al esfuerzo biomecánico de permanecer 6 o 7 horas con el cuello rotado o desviado para acomodarse a una almohada que no proporciona un apoyo adecuado", agrega la especialista.
Elección personal.
"La almohada perfecta es la que mejor se acomoda a cada persona", afirma Irene Heran, gerente general de Induvet. Esto, agrega, dependerá de la anatomía de cada cual, de su forma de dormir y de su preferencia por texturas blandas, medianas o más duras.
En lo que sí deben coincidir todos, dice Paulina Hernández, "es en que la almohada sostenga el peso de la cabeza adaptándose a ella sin deformarse demasiado y ajustándose al espacio del cuello" (ver infografía).
Por eso no es bueno dormir sin almohada o usar una muy baja, "pues a la larga se va generando una inclinación del cuello que puede generar dolor a nivel del trapecio, que es el músculo que suele contracturarse cuando estamos estresados", dice Rodrigo Pinto, kinesiólogo ergónomo del Hospital del Trabajador de Santiago.
Al contrario, dormir con una almohada demasiado alta puede provocar una hiperflexión del cuello que afecta a la zona cervical. En el caso de los roncadores, ambos extremos pueden dificultar aun más la entrada del aire a las vías respiratorias, acentuando los ronquidos.
"Lo adecuado es que, al mirar a la persona horizontalmente, su cabeza y cuello tengan una posición como la que se adopta al estar de pie", señala el doctor Ganga.
Por eso, la mejor postura para dormir es en posición fetal. Si lo hace boca arriba, Rodrigo Pinto sugiere "poner un cojín bajo las rodillas para liberar de carga la zona lumbar, sobre todo si se sufre de lumbago". Quienes de duermen de lado pueden conseguir este mismo efecto poniendo una almohada entre las piernas.
Dormir boca abajo no es aconsejable, pues la columna adopta curvaturas inadecuadas.
Plumas y fibras.
Actualmente, en el mercado hay almohadas de una amplia variedad de rellenos y materiales. Las más comunes, sin embargo, son las de pluma y las de fibra sintética.
En las primeras "la consistencia va a depender de la contextura de la pluma. Su ventaja es que son suaves y dúctiles, por lo que se acomodan fácilmente a la cabeza y cuello. Para mantener su limpieza y evitar la humedad hay que ventilarlas y protegerlas con una funda de algodón sobre la cual va la del juego de cama", aconseja Heran.
Las de fibra sintética, cuando son de buena calidad, proporcionan un buen soporte y son cómodas. Pero con el tiempo la fibra comienza a aplastarse debido al calor del cuerpo, por lo que hay que estar atentos para cambiarlas cuando pierden su capacidad de soporte.
De aparición más reciente son las almohadas viscoelásticas, que tienen la propiedad de amoldarse a la cabeza y cuello ofreciendo un soporte en todos los puntos necesarios. Éstas se fabrican con la forma clásica o con un realce curvo para dar un buen apoyo a la zona cervical.
"Además de adaptarse al cuerpo, el material viscoelástico es sensible a la temperatura del cuerpo y debe permitir la circulación del aire en su interior, todo lo que favorece un descanso reparador", dice Beatriz Pertuiset, de Tempur Chile.
Para elegir bien entre dos almohadas de este tipo, Pertuiset sugiere enrollar ambas y soltarlas. La que tarda más en volver a su forma normal es de mejor calidad, afirma.
Si va a comprar una nueva almohada, lo ideal es que trate de probarla recostándose y apoyando la cabeza. Si elige bien, no sólo tendrá amenas conversaciones con ella, sino despertares mucho más descansados.
Inversión: $6.000 o más puede costar una almohada de pluma de ganso. Las viscoelásticas valen entre $ 25.000 y $78.000.
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