EMOL, 15-03-14.
Con más de 50 años
de experiencia, Richard Saul afirma que los medicamentos que se utilizan para
tratarlo no sirven y que los síntomas que por lo general se asocian al
síndrome, pueden aliviarse con una buena dieta, más ejercicio y un mejor
dormir.
"El Síndrome
de Déficit Atencional con Hiperactividad no existe" es el categórico
título que el neurólogo Richard Saul eligió para su último libro recién lanzado
en febrero pasado y en el que -sin miedo a generar polémica- afirma que no es
una condición en sí, sino más bien un conjunto de síntomas causados por más de
20 condiciones distintas, que deben ser tratadas por separado.
"Tratar el
Déficit Atencional con Hiperactividad como una condición en lugar de un
conjunto de síntomas, está haciendo un terrible y peligroso mal a los niños y
adultos que son diagnosticado con él", señala el especialista, quien
destaca que en los últimos años cada vez más a personas se les dice que padecen el síndrome.
Asimismo, advierte
que la prescripción de los estimulantes que se usan para tratarlo, entre ellos el ritalín, también ha aumentado, a pesar de que en realidad no son una ayuda para
los pacientes. "En su lugar causan una gran variedad de efectos secundarios,
algunos de ellos peligrosos. Incluso pueden hacer que los síntomas
empeoren", sostiene.
Y aunque Saul no
niega la existencia de los síntomas que por lo general se asocian al Síndrome
de Déficit Atencional con Hiperactividad (también se dice que existe uno hipoactivo), postula que meterlos todos en un mismo saco y
tratarlos con estimulantes, "es como tratar los síntomas de un ataque
cardíaco con analgésicos". "Es peligroso, negligente y erróneo",
enfatiza.
Entonces, ¿cuál es
su propuesta? Según señala el neurólogo, en sus más de 50 años de experiencia
en el tema se ha dado cuenta de que síntomas como la incapacidad de poner
atención a los detalles, interrumpir, la dificultad para permanecer sentados o
tener conductas impulsivas, entre otros, en realidad tienen un sinnúmero de
causas subyacentes que han sido ignoradas. De esta manera, si los especialistas
son capaces de identificarlas y tratarlas de forma apropiada, podrán ayudar de
forma efectiva a sus pacientes.
El médico ilustra
su postura con casos específicos, el primero el de un niño de 13 años, con los
clásicos signos de déficit atencional y que había sido tratado con medicamentos
durante un año, pero sin éxito.
"Ordené una
serie de exámenes de sangre. Éstos demostraron una deficiencia de hierro:
después del colegio, mientras su madre estaba trabajando, él consumía comida
chatarra en exceso, que era alta en azúcar y baja en hierro", relata.
Y -añade - la falta
de hierro o anemia causa fatiga física, dificultad para poner atención y
concentrarse, y problemas de memoria. "En cuanto su consumo de hierro
mejoró, con pastillas y más pescado, frutas, vegetales y frutos secos, su
desempeño y comportamiento también mejoraron enormemente", asegura.
Otro caso es el de
una niña de siete años que llegó a su consulta porque tenía una conducta
disruptiva en la sala de clases, siempre estaba intranquila y alzaba la voz
para hablar. Fue diagnosticada con Síndrome de Déficit Atencional con
Hiperactividad, pero el medicamento que le recetaron le provocaba problemas
para dormir.
"Le hice un
examen a sus ojos que arrojó que era corta de vista: su comportamiento
disruptivo en clases surgía del aburrimiento provocado por el hecho de que no
podía ver la pizarra correctamente", explica. Así, una vez que comenzó a
usar anteojos, su "condición" desapareció milagrosamente.
Saul sostiene que
la falta de sueño es otra de las más de 20 causas de los síntomas que se
asocian al síndrome y que dice ha identificado. "Los adultos necesitan un
mínimo de siete horas por noche, y los niños en edad escolar entre 10 y 11. Si
no las consiguen, pueden sufrir una variedad de problemas: mala atención, mala
memoria e hiperactividad durante el día", asegura.
Lo mismo ocurre con
los problemas en el oído. "Los niños con pérdida de audición, incluso
mínima, son susceptibles de ser catalogados como personas con problemas
conductuales cuando, en realidad, están distraídos porque no pueden escuchar
apropiadamente en las clases ruidosas", explica el neurólogo.
"¿Qué podemos
hacer para corregir esta epidemia de diagnósticos erróneos y la preocupante
tendencia de sobre recetar estimulantes que dejan las verdaderas causas sin
tratamiento?" se pregunta el especialista. Lo primero -dice- es aprender a
no sobre reaccionar. "Los niños maduran a diferente velocidades: sólo
porque uno de seis años no ha aprendido a sentarse por horas en la sala de
clases, no significa que él o ella tiene Síndrome de Déficit Atencional con
Hiperactividad", apunta.
En segundo lugar,
Saul sugiere meditar respecto a lo que realmente está produciendo estos
síntomas y descartar los diagnósticos que durante décadas han hecho médicos,
compañías farmacéuticas, medios y hasta los mismos pacientes.
"Las
desilusiones, riesgos en la salud e incluso muertes que estos falsos
diagnósticos han provocado en todo el mundo, deben detenerse. Sólo entonces las
personas podrán ser tratadas eficazmente por las condiciones reales que
padecen, en lugar de por el peligroso mito del Síndrome de Déficit Atencional
con Hiperactividad", concluye.
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