EM., VCyT, 20-12-10.
La presencia de este gen, llamado CRTC3, desaceleraría la quema de grasa y, por tanto, el aumento de peso en algunas poblaciones.
--
Más allá de las causas obvias de la obesidad, como la sobrealimentación, nuevas investigaciones han dado con un gen que también jugaría un papel clave en esta condición, uno que ayudó a nuestros ancestros a sobrevivir a las hambrunas.
Así, apuntar a este gen "ahorrativo" ofrece una nueva forma de combatir la epidemia global de obesidad, señalaron los expertos del Instituto Salk para Estudios Biológicos, en California.
Ratones modificados para carecer de este gen, conocido como CRTC3, pueden comer una dieta elevada en grasa sin aumentar de peso, mientras que los roedores normales con la misma alimentación engordan, reveló el equipo a la revista Nature.
La población estadounidense de origen mexicano, que tiene una versión especialmente potente de este gen, es más propensa a ser obesa que el resto, indicó el doctor Marc Montminy, uno de los autores de la investigación.
El gen no pareció tener el mismo efecto sobre los blancos, lo que señala lo que los científicos ya saben: la obesidad es muy compleja.
Pérdida de peso.
No obstante, el CRTC3 es claramente importante. "Desacelera la tasa a la cual las células grasas queman la grasa", dijo Montminy.
Los hallazgos suman evidencia a la teoría de la obesidad que se hizo famosa en la década de 1960, que sostenía que ciertas personas tienen genes que desaceleran el metabolismo, lo que les dificulta la pérdida de peso.
Estos "genes ahorrativos desacelerarían la tasa a la cual se quema la grasa y aumentarían las posibilidades de una persona de sobrevivir a una hambruna", explicó Montminy.
Los investigadores observaron a un grupo de estadounidenses de origen mexicano que tenían una mutación genética del CRTC3, que lo hace más potente que la forma normal del gen. "Las personas con esta variación tenían tasas mayores de obesidad según varias mediciones distintas", dijo Montminy.
"Esto implica que las terapias tienen que ser un poco más personalizadas, dependiendo de la conformación genética individual". Según Montminy, sería posible evaluar a las personas sobre este gen para predecir quién es propenso a volverse obeso, lo que ayudaría a prever quién corre riesgo de desarrollar enfermedades relacionadas con la obesidad, como hipertensión y diabetes tipo 2.
Esto ya lo había planteado como hipótesis de trabajo “nuestro” Fernando Monckeberg Barros, el pediatra de Chile, quien en sus investigaciones con ratas ya había advertido que ante la inminencia de una situación de escasez de recursos y alimentos, por ejemplo ante una grave crisis económica o una guerra, el cuerpo humano, interactuando con el medio ambiente, se informaba de la inminencia de la restricción y remitía todo al hipotálamo que, en la base del cerebro y, como un verdadero ministro de hacienda, ordenaba al organismo una economía de guerra, “disponiendo” disminuir la quema de grasa, acrecentando las reservas para el futuro. El problema, según Monckeberg, es que después, pasada la restricción y ya en nuevos períodos de abundancia, el cuerpo no se desprogamaba, y toda la sobre ingesta destinaba a reserva, engordando las personas. Esto explicaría que, en EEUU, por ejemplo, la obesidad es un problema asociado a la pobreza (negros y mexicanos) y no a las clases más pudientes.
La presencia de este gen, llamado CRTC3, desaceleraría la quema de grasa y, por tanto, el aumento de peso en algunas poblaciones.
--
Más allá de las causas obvias de la obesidad, como la sobrealimentación, nuevas investigaciones han dado con un gen que también jugaría un papel clave en esta condición, uno que ayudó a nuestros ancestros a sobrevivir a las hambrunas.
Así, apuntar a este gen "ahorrativo" ofrece una nueva forma de combatir la epidemia global de obesidad, señalaron los expertos del Instituto Salk para Estudios Biológicos, en California.
Ratones modificados para carecer de este gen, conocido como CRTC3, pueden comer una dieta elevada en grasa sin aumentar de peso, mientras que los roedores normales con la misma alimentación engordan, reveló el equipo a la revista Nature.
La población estadounidense de origen mexicano, que tiene una versión especialmente potente de este gen, es más propensa a ser obesa que el resto, indicó el doctor Marc Montminy, uno de los autores de la investigación.
El gen no pareció tener el mismo efecto sobre los blancos, lo que señala lo que los científicos ya saben: la obesidad es muy compleja.
Pérdida de peso.
No obstante, el CRTC3 es claramente importante. "Desacelera la tasa a la cual las células grasas queman la grasa", dijo Montminy.
Los hallazgos suman evidencia a la teoría de la obesidad que se hizo famosa en la década de 1960, que sostenía que ciertas personas tienen genes que desaceleran el metabolismo, lo que les dificulta la pérdida de peso.
Estos "genes ahorrativos desacelerarían la tasa a la cual se quema la grasa y aumentarían las posibilidades de una persona de sobrevivir a una hambruna", explicó Montminy.
Los investigadores observaron a un grupo de estadounidenses de origen mexicano que tenían una mutación genética del CRTC3, que lo hace más potente que la forma normal del gen. "Las personas con esta variación tenían tasas mayores de obesidad según varias mediciones distintas", dijo Montminy.
"Esto implica que las terapias tienen que ser un poco más personalizadas, dependiendo de la conformación genética individual". Según Montminy, sería posible evaluar a las personas sobre este gen para predecir quién es propenso a volverse obeso, lo que ayudaría a prever quién corre riesgo de desarrollar enfermedades relacionadas con la obesidad, como hipertensión y diabetes tipo 2.
Esto ya lo había planteado como hipótesis de trabajo “nuestro” Fernando Monckeberg Barros, el pediatra de Chile, quien en sus investigaciones con ratas ya había advertido que ante la inminencia de una situación de escasez de recursos y alimentos, por ejemplo ante una grave crisis económica o una guerra, el cuerpo humano, interactuando con el medio ambiente, se informaba de la inminencia de la restricción y remitía todo al hipotálamo que, en la base del cerebro y, como un verdadero ministro de hacienda, ordenaba al organismo una economía de guerra, “disponiendo” disminuir la quema de grasa, acrecentando las reservas para el futuro. El problema, según Monckeberg, es que después, pasada la restricción y ya en nuevos períodos de abundancia, el cuerpo no se desprogamaba, y toda la sobre ingesta destinaba a reserva, engordando las personas. Esto explicaría que, en EEUU, por ejemplo, la obesidad es un problema asociado a la pobreza (negros y mexicanos) y no a las clases más pudientes.
No hay comentarios:
Publicar un comentario